Marcianitis total (Pasión por los videojuegos clásicos)

Hola Amigos del Saber,

Aquí estoy de vuelta desde la dimensión desconocida en la que me perdí hace unos meses y de la que he vuelto con ganas de escribir un poco, esta vez sobre algo que marcó mi infancia de manera irremediable, y que a partir de ahí ya nada fue igual. Corría el año 79 cuando con 11 años ví por primera vez una Space Invaders, la máquina de marcianitos aquella en la que has de defender tu planeta de la invasión con tus tres tanques al módico precio de 25 ptas. 2 partidas. La verdad es que me quedé totalmente alucinado, absorto, enganchado… Fue una pasada.

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En aquellos tiempos mi asignación semanal no daba para mucho, por lo que miraba más que jugaba, además estos juegos denominados «arcade» eran difíciles de narices, por lo que las dos partidas me duraban menos que un merengue en la puerta de un colegio. Tras este videojuego vinieron otros muchos, de igual o más dificultad y aún más adictivos: Asteroides, Defender, Galaxian (vulgo «las moscas»), Donkey Kong, Pac-Man (Come-Cocos), Mario Bros., Crazy Climber y otros muchos, que hacían que se nos acabasen las monedas a toda velocidad.

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Podías encontrar estas endiabladas máquinas en los salones recreativos (ya lo comenté en la entrada de los pinballs) y sobre todo en los bares, en los que cada vez que traían una nueva era todo un acontecimiento, al final el dueño del bar acababa echándonos (hay que reconocer que no eran lugares muy sanos para los niños). Bien pues para chavales de entre 11 y 14 años tener suficientes monedas para jugar a lo que nos gustase era complicado, nos contentábamos con pasar el rato viendo el modo «demo» de los juegos o a auténticos «hachas» del momento, como «El Churri», un chaval algo más mayor que nosotros y que era un auténtico crack en cualquier «disciplina».

El inicio del hacking o cómo jugar por la patilla en las primeras máquinas

Como económicamente no íbamos muy finos, recurrimos ya en esas épocas a tecnología «inversa» o trucos para jugar gratis siempre que podíamos, el primero fue el golpe seco en el monedero de la máquina (acompañado de toses fingidas o estornudos) algo rudimentario y que sólo iba en algunos de los primeros modelos, duró poco. A otras máquinas les movíamos el enchufe (maniobra peligrosa y que no solía casi nunca funcionar). Luego fue el «Magi-Click» un encendedor de cocina de chispa que lo desmontábamos para aplicar descargas que se traducían en créditos, la verdad es que fallaba mucho y acabábamos dándonos descargas a nosotros mismos a modo de experimento. El truco más duradero y que realmente funcionaba no era otro que levantar el panel frontal donde estaban los mandos de la máquina (en algunas no estaba bloqueado y se abría tirando hacia ti), meter la mano en la maquina y tocar el alambre que marcaba los créditos (Asteroids de Atari fue con la que más jugamos en el bar de al lado del colegio). Como niños que éramos, disimulábamos fatal, por lo que en más de una ocasión tuvimos que salir zumbando o literalmente a patadas del bar en cuestión, cuando nos pillaban, era dura la vida del hacker prehistórico.

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El sueño de jugar en casa (o de tener una máquina para ti)

Eso era lo máximo, tener juegos en tu casa para jugar hasta hartarte, existían las primeras consolas de Atari, pero los juegos eran un bodrio de cuidado, aunque aún así quién las hubiera pillado!!! Y en el 84 llegó el Sinclair ZX Spectrum «para estudiar» que eso sí que fue la bomba. Luego ya vinieron nuevas consolas y los emuladores de PC (como el MAME) que te permitían jugar al juego original de manera exacta, pero faltaba la magia del mueble y los joysticks/botones de una arcade de verdad, y no ha sido hasta 2014 que ese sueño se hizo realidad, gracias a mi hermano hemos podido conseguir una máquina de verdad con un PC-Emulador dentro, y eso ha sido el no va más!!! (Abajo mi hijo jugando al Super-Pang).

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¿Cuál ha sido tu videojuego favorito? Dime como era, te digo como se llamaba y te pongo una foto.

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