Hola amigos del saber,
Tras unos meses sin escribir (toda mi energía literaria se la está llevando el blog de mi asociación Retromaniacs.es), he pensado que debería de retomar mi vida bloguera personal al menos por un día, y con un tema que me gustaría compartir con vosotros mis fieles lectores: Mi teoría sobre la inconveniencia de poner el año de fundación en la razón social de una empresa.
Ante todo no penséis que soy numerólogo ni que esto es una realidad absoluta, sólo voy a explicaros mi experiencia y conclusiones tras 16 años en una empresa de información comercial y de márketing (Dun & Bradstreet) y 11 en una aseguradora de crédito (CESCE), en resumen, 27 años manejando información de empresas, de todo tipo y tamaño, y asistiendo al nacimiento, la reproducción, el crecimiento y… tristemente la extinción de unas cuantas.
Hay que partir de la base, que salvo excepciones, las empresas no tienen, como tenemos los seres vivos, una fecha de caducidad. Un proyecto empresarial (a no ser que sea una UTE o una empresa para un propósito específico en el tiempo), tiene o debería de tener una duración indefinida (no confundir con infinita).
Las causas de la extinción pueden ser muy diversas y varían en función del tipo/tamaño (PYME, Gran Empresa, Familiar, Multinacional, Cotizada, …), el sector quizá es lo de menos, aunque hay casos sonados como en la «crisis del ladrillo» y las constructoras, o los videoclubs o las tiendas de discos medianas/grandes que se extinguieron casi todas por la evolución de sus respectivos sectores y no saber/poder adaptarse (aunque existen todavía comercios especializados que sobreviven).
Pero no he venido a hablaros de causas, he venido a hablaros de un patrón numérico que he visto repetirse en empresas en concurso o quiebra (bastantes que tenían el año de fundación en la razón social). Aunque vuelvo a repetíroslo, no es un estudio científico, es una percepción, y como tal, puede deberse a que me fijo en ese detalle, como cuando uno piensa ser padre y sólo vé carritos de bebé por la calle…
¿Por qué la adopción del ordinal del año de creación?
Pues tengo varias teorías que en algún caso he comprobado:
- Le resulta práctico al gestor/asesor de empresas: Muchas veces la idea de poner el año no es del empresario/emprendedor, a veces pasa que el gestor de turno lo recomienda, para esquivar la posibilidad de que a la hora de registrar la sociedad, ese nombre ya esté elegido: «Pues le ponemos el año detrás y a correr».
- Tenemos el proyecto/la idea pero el nombre nos da un poco igual: Y claro es muy socorrido el asunto de poner el año detrás, et voilà, con la actividad a realizar y el año ya tenemos el nombre, verbigracia: Construcciones, Obras y Mantenimientos 92 SL o Gráficas 2005 SL. ¡Mirad que rápido lo hemos arreglado!
- Qué mejor homenaje que ponerle el ordinal del año: Puede que toda la vida hayas querido emprender y montar la empresa, y crees que poniendo el año de creación en la razón social, pues marcas un hito, ahí en el nombre de la empresa, porque estás súper contento y orgulloso de que haya llegado por fin el año mágico para crearla.
¿Qué puede denotar el poner el año en la razón social?
Mirad, aquí voy a ir sin paños calientes, deciros que los puntos 1 y 2 denotan un punto de falta de interés en el proyecto. Pues en mi humilde opinión (yo que siempre he trabajado por cuenta ajena) montar una empresa no debería de ser algo banal, es un proyecto laboral y de vida, y merece que pongáis ahí todo vuestro tesón y os trabajéis el nombre de vuestra aventura empresarial, y no que un tercero te acabe bautizando la empresa, o que vayáis a lo fácil con un genérico de actividad+año de fundación.
El punto 3 es algo más romántico y puede tener un pase, pero corres un peligro, al igual que los dos anteriores:
- Poniendo el ordinal, en todo momento sabes tú (y saben los demás) cuanto tiempo llevas, ya que si tu empresa se llama Instalaciones Eléctricas 2016 pues ahora mismo, en el mejor de los casos, llevas un año y si te llamas 2003 pues llevas 13… Para los primeros años como que es un problema, porque si llevas poco, en confluencia de presupuestos/propuestas, te pueden desechar en la primera curva para escoger otra que aparentemente lleve más años o no quede tan claro cuando se fundó. En tu caso puede hasta resultar una pesada carga el recordar cada día cuantos años llevas.
Resumiendo: Si podéis, evitad el número en el nombre de vuestro nuevo proyecto empresarial, y si ya lo tenéis, no os agobiéis, que tampoco es una ciencia cierta 😉
¿Y vosotros que opináis?
Saludos,
Elu